Antología del Corazón, Editorial Platero, Santiago de Chile, 2001, 2003, 2005, 2010, 124 p. I.S.B.N. 978-956-332-460-0
EL GRITO MELODIOSO
Todos queremos cambiar el mundo hasta que el mundo nos cambia a todos. Carlos Johnson tampoco está de acuerdo: sufre sabiendo que –con esfuerzo- las cosas podrían ser como pudieran ser. Y se afana con incansable pasión por grandes y pequeñas causas: desde las dos únicas maneras de administrar el universo hasta cómo ponerle mantequilla al pan. El encuentro Johnson v/s resto del mundo se juega en diversos planos: si la única manera de abrir una puerta es empujarla, el poeta quiere ser empujón, patada en la conciencia, golpe en la iniquidad e inequidad; para ello se utiliza entero: el tema de sus obras, su polémica figura en público, sus vehementes concepciones y su significado en nuestro subdividido ambiente literario apuntan a ese blanco.
Los poemas de Carlos Johnson ¿muerden?
“Nunca más un fusilado/ nunca más un desaparecido/ nunca más un lapidado”. Aspectos fundamentales en este autor son la denuncia y la utopía. Así lo han señalado sus prologuistas: Volodia Teitelboim –a propósito de textos sobre Valparaíso- identifica esos poemas con la ética de la ciudad:
“...capital irrenunciable de los anhelos (...) nunca abandonará el sentido de utopía que meció su cuna. Nunca renunciará a su deber, tal vez imposible, de ser el valle del paraíso”; Cristián Vila había señalado una arista: “...no se anda con chicas, va directo al grano, arremete con todo, se conduele de la eterna torpeza humana demasiado humana, pero prefiriendo el tono menor del testigo implacable al aullido de la imprecación”; por su parte Nicolás Miquea Cañas se refirió a que el autor imprime su “marcado sentido social que deviene en poemas de impugnación, contestatarios e irreverentes” y Jorge Montealegre lo había inscrito “lejos del poema de tesis, pero (...) en una escritura de fuerza ética”.
(...) Podemos agregar que, si bien temáticamente el trabajo de Johnson se mantiene en línea recta desde su primer libro, en que aparece la totalidad de sus motivos aparentes e internos (pregón por un mundo mejor, amor, reflexión sobre la propia escritura), formalmente el poeta ha ido adquiriendo cada vez más seguridad en el trabajo de las palabras, y cada vez más se acentúa la necesaria confluencia de forma y fondo. En El Bosque Encantado, por ejemplo, puede señalarse, como lo ha hecho Cristián Vila, que la impresión es de deambular por un bosque a veces frondoso, a veces ralo, entre obsesiones y perturbaciones, en busca de un remanso. En Bahía de la Luna, la unidad y confluencia estaban dadas por el canto a una ciudad que –por cantada- así como tiene calles y plazas, inamovibles, también tiene palabras inamovibles, y el recorrido que nos invita a hacer Johnson, a veces, nos lleva a lugares suyos y otras veces nos dirige al territorio de todos, sin perder el norte de su guía: debajo de las latas y el cemento nos quiere mostrar el deber de la ciudad.
Un rugido que se silba
Desde mi búnker artilladoTodos queremos cambiar el mundo hasta que el mundo nos cambia a todos. Carlos Johnson tampoco está de acuerdo: sufre sabiendo que –con esfuerzo- las cosas podrían ser como pudieran ser. Y se afana con incansable pasión por grandes y pequeñas causas: desde las dos únicas maneras de administrar el universo hasta cómo ponerle mantequilla al pan. El encuentro Johnson v/s resto del mundo se juega en diversos planos: si la única manera de abrir una puerta es empujarla, el poeta quiere ser empujón, patada en la conciencia, golpe en la iniquidad e inequidad; para ello se utiliza entero: el tema de sus obras, su polémica figura en público, sus vehementes concepciones y su significado en nuestro subdividido ambiente literario apuntan a ese blanco.
Los poemas de Carlos Johnson ¿muerden?
“Nunca más un fusilado/ nunca más un desaparecido/ nunca más un lapidado”. Aspectos fundamentales en este autor son la denuncia y la utopía. Así lo han señalado sus prologuistas: Volodia Teitelboim –a propósito de textos sobre Valparaíso- identifica esos poemas con la ética de la ciudad:
“...capital irrenunciable de los anhelos (...) nunca abandonará el sentido de utopía que meció su cuna. Nunca renunciará a su deber, tal vez imposible, de ser el valle del paraíso”; Cristián Vila había señalado una arista: “...no se anda con chicas, va directo al grano, arremete con todo, se conduele de la eterna torpeza humana demasiado humana, pero prefiriendo el tono menor del testigo implacable al aullido de la imprecación”; por su parte Nicolás Miquea Cañas se refirió a que el autor imprime su “marcado sentido social que deviene en poemas de impugnación, contestatarios e irreverentes” y Jorge Montealegre lo había inscrito “lejos del poema de tesis, pero (...) en una escritura de fuerza ética”.
(...) Podemos agregar que, si bien temáticamente el trabajo de Johnson se mantiene en línea recta desde su primer libro, en que aparece la totalidad de sus motivos aparentes e internos (pregón por un mundo mejor, amor, reflexión sobre la propia escritura), formalmente el poeta ha ido adquiriendo cada vez más seguridad en el trabajo de las palabras, y cada vez más se acentúa la necesaria confluencia de forma y fondo. En El Bosque Encantado, por ejemplo, puede señalarse, como lo ha hecho Cristián Vila, que la impresión es de deambular por un bosque a veces frondoso, a veces ralo, entre obsesiones y perturbaciones, en busca de un remanso. En Bahía de la Luna, la unidad y confluencia estaban dadas por el canto a una ciudad que –por cantada- así como tiene calles y plazas, inamovibles, también tiene palabras inamovibles, y el recorrido que nos invita a hacer Johnson, a veces, nos lleva a lugares suyos y otras veces nos dirige al territorio de todos, sin perder el norte de su guía: debajo de las latas y el cemento nos quiere mostrar el deber de la ciudad.
Un rugido que se silba
con pétalos de azucenas
y en la escotilla anaranjada
entre misiles de cartón...
(Casa de los Vientos)
Las obras que reseñamos concuerdan con la actividad mental de la denuncia, que genera una constante interpelación, la cual subordina los recursos expresivos a lo motivador, directo y claramente entendible.
Pese al dolor, a la indignación y señalización de la injusticia el hablante es delicado y suave, propenso a las imágenes tradicionalmente denominadas hermosas, en tono reposado, adscritas a veces a tonos darianos y virgilianos, en contraposición a los posibles modelos “malditos” de despotricadores doloridos, como Lautréamont, De Rokha o Boris Calderón.
Johnson, lo que lo hace más particular, se ubica en un oxímoron, en una contracción lírica: un grito melodioso.
(...) Antología a puro corazón
Pascal recogió que “el corazón tiene razones que la razón desconoce”. Aunque es más probable que la razón tenga la razón, la humanidad ha elegido la pasión. Los contenidos de los poemas de amor-pareja se repiten a través de los siglos. Así como una ola cae siempre por primera vez, aunque sea exactamente igual a las millones que la precedieron, esos poemas –identificación emocional con algunas circunstancias, ganas de variar el te quiero, himno del corazón cortado- van repitiendo instancias de esa desesperada búsqueda de plenitud.
Ahora Carlos Johnson presenta su “Antología del Corazón”, en que –junto a varios poemas nuevos- recopila poemas amatorios dispersos en sus trabajos anteriores, algunos muy comentados, como “Canto a la Marisquería” y “Espejos en la Bahía”; otros, necesarios para entender la evolución de un estilo, como “Elegía a un Gitano Enamorado” o “La Condena”; y algunos que representan fielmente el inventario de recursos del poeta. Acá, las vicisitudes del amor son analogadas con las eternas obsesiones del autor: “Euro escala por tu vientre/ hasta la ensenada/ esa loca bahía donde/ descansan mis sueños...” (Romance de Plenilunio) “La voluntad/ como la capacidad de juntar tu mano y la mía/ es un árbol que no se rinde” (La Voluntad) “Y en esa libertad alzo el vuelo (...) lo arriesgo todo por tus brazos/ por tu cariño me la juego (...) por la tierra que me cobija/ camino por tu amor” (El Sello).
Hay palabras que sostienen un mundo
La obra de Johnson –como todas- posibilita la defensa y el ataque (tan manido en nuestra ecología literaria mínima), pero en ella se percibe pura y ejemplar el ansia de justicia y se escucha esa voz angustiosa y perdidosa que, como en “Colofón de la Angustia”, el reproducido poema de Manuel Astica Fuentes -quien veía en este poeta la continuación de sus esperanzas- deja “solo, terriblemente solo un solo/ y gigante pulmón de insondable enigma/ soplando y resumiendo en el hombre”.
En los poemas “del corazón”, tanto como en los “sociales” –si se quiere aceptar la diferencia- los conceptos que sostienen la estructura de ideas son los mismos (utopía, esperanza, amor, pena, verdad y mentira) y también las actitudes del hablante (reproche, promesa, amenaza, canto y contracanto apasionado, intolerancia, bonhomía, pugna, compromiso y tenacidad).
Acaso estas palabras, también, puedan definir al autor.
Víctor Rojas Farías
Magíster en Literatura (c)
Pese al dolor, a la indignación y señalización de la injusticia el hablante es delicado y suave, propenso a las imágenes tradicionalmente denominadas hermosas, en tono reposado, adscritas a veces a tonos darianos y virgilianos, en contraposición a los posibles modelos “malditos” de despotricadores doloridos, como Lautréamont, De Rokha o Boris Calderón.
Johnson, lo que lo hace más particular, se ubica en un oxímoron, en una contracción lírica: un grito melodioso.
(...) Antología a puro corazón
Pascal recogió que “el corazón tiene razones que la razón desconoce”. Aunque es más probable que la razón tenga la razón, la humanidad ha elegido la pasión. Los contenidos de los poemas de amor-pareja se repiten a través de los siglos. Así como una ola cae siempre por primera vez, aunque sea exactamente igual a las millones que la precedieron, esos poemas –identificación emocional con algunas circunstancias, ganas de variar el te quiero, himno del corazón cortado- van repitiendo instancias de esa desesperada búsqueda de plenitud.
Ahora Carlos Johnson presenta su “Antología del Corazón”, en que –junto a varios poemas nuevos- recopila poemas amatorios dispersos en sus trabajos anteriores, algunos muy comentados, como “Canto a la Marisquería” y “Espejos en la Bahía”; otros, necesarios para entender la evolución de un estilo, como “Elegía a un Gitano Enamorado” o “La Condena”; y algunos que representan fielmente el inventario de recursos del poeta. Acá, las vicisitudes del amor son analogadas con las eternas obsesiones del autor: “Euro escala por tu vientre/ hasta la ensenada/ esa loca bahía donde/ descansan mis sueños...” (Romance de Plenilunio) “La voluntad/ como la capacidad de juntar tu mano y la mía/ es un árbol que no se rinde” (La Voluntad) “Y en esa libertad alzo el vuelo (...) lo arriesgo todo por tus brazos/ por tu cariño me la juego (...) por la tierra que me cobija/ camino por tu amor” (El Sello).
Hay palabras que sostienen un mundo
La obra de Johnson –como todas- posibilita la defensa y el ataque (tan manido en nuestra ecología literaria mínima), pero en ella se percibe pura y ejemplar el ansia de justicia y se escucha esa voz angustiosa y perdidosa que, como en “Colofón de la Angustia”, el reproducido poema de Manuel Astica Fuentes -quien veía en este poeta la continuación de sus esperanzas- deja “solo, terriblemente solo un solo/ y gigante pulmón de insondable enigma/ soplando y resumiendo en el hombre”.
En los poemas “del corazón”, tanto como en los “sociales” –si se quiere aceptar la diferencia- los conceptos que sostienen la estructura de ideas son los mismos (utopía, esperanza, amor, pena, verdad y mentira) y también las actitudes del hablante (reproche, promesa, amenaza, canto y contracanto apasionado, intolerancia, bonhomía, pugna, compromiso y tenacidad).
Acaso estas palabras, también, puedan definir al autor.
Víctor Rojas Farías
Magíster en Literatura (c)
ANTOLOGÍA DEL CORAZÓN
(...) Su libro “Antología del Corazón”, dividido en cuatro partes y correspondiente a cuatro fechas de elaboración distintas, El Bosque Encantado, Bahía de la Luna, Carta de un Idealista y Alma de Mujer son diversas señales de ruta, como diría mi admirado poeta y amigo Juan Luis Martínez, que parten de diferentes estrategias sensoriales pero corresponden a un solo espacio de la mente y el corazón: su propio cuerpo como centro de irradiaciones que abarcan su ser chileno, habitante de Valparaíso, en una sociedad y en un tiempo determinados.
Siempre hemos pensado que por alguna razón que no obedece a la conciencia del poeta o del narrador, en los primero párrafos o en el primer poema se condensa algo así como la poética, la filosofía, la concepción ética y estética del autor, tal vez el material creativo se organiza en todo artista, en cualquier arte e igualmente en la ciencia, de acuerdo a leyes inmanentes, una especie de metafísica de la estructura, de la composición que busca un orden, un equilibrio, al margen de la voluntad de su creador.
(...) Carlos Johnson se define como un poeta sin alternativa, condenado al grillo permanente de la poesía, a sobrellevar el peso de las palabras que lo alivian, salvan y a la vez condenan a permanecer con los ojos abiertos día y noche: pues en esa mirada a oscuras o a plena luz se condensa el peso de la vida, de la sociedad, de la historia que él necesita testificar y embellecer:
“Yo no elegí ser poeta/ es cierto:/ la vida me lo impuso/ la tierra me lo gritó/ y el viento lo susurraba”.
Pero el guiño a Neruda que ya señalamos no es la única muestra de que Carlos Johnson se asume en la gran tradición literaria de nuestro país, sino en la forma en los temas como vemos en el poema “Canto a la Marisquería”, donde recoge el dionisiaco, erótico y palpitante legado culinario del océano chileno del Pablo de Rokha de Epopeya de las comidas y las bebidas de Chile:
“Isabel/ que me desconchas el alma/ Y en una paila/ loco por tu amor/ bebo el vino/ de tu cáliz./ De púrpura/ visten tus gredas/ que al puerto aroman/ Y mi Valparaíso mustio/ ríe entre machas/ y chupes marineros”.
Este poeta ha sido capaz de extraer los jugos de la ciudad y con ello su alma y su espíritu, es decir, su cultura: y ya estamos dentro de una poesía que se niega al puro juego, al abalorio verbal. Su destino como poeta lo obliga sin querer a una toma de posición frente al país y a la historia: lo que trasciende de su poesía y la hace beligerante y a la vez permanente.
En la última parte Alma de Mujer une la poesía de la ciudad, Valparaíso, con la vivencia erótica: mujer y ciudad, calles y plazas, y así se nos va este poeta que queda irremediablemente preso en su propia salsa: el verbo de sus páginas con todo lo bueno, noble y permanente de la vida atrapado en sus versos: testimonio y universalidad como toda gran poesía, toda importante obra de arte.
Jaime Valdivieso
A la primavera del evo
que se aproxima
con pasos de invierno
EL ROSARIO
Te amo como el aire que pasa por tu boca
me amas como la noche a su negrura
una y mil veces
Como las cuentas de un rosario
que no terminan jamás:
la luz refulgiendo en la cara
el alma atrapada en el péndulo
las manos dibujando la arena que estalla
como el agua que se escurre por tu piel
tan suave como tu risa.
Y ahí estamos de nuevo
abrazados
reviviendo cada vez que morimos
Como las cuentas de un rosario
que no terminan jamás.
ALMA DE MUJER
Tu frente
mujer
tu frente
altiva como araucaria
intrépida como la luna
a golpes de sol forjada
como tierra y sudor de espinas
o talla del cincel que esculpe:
semillas de paz
germen de amor
primicia madura.
Y tus manos de amor
mujer
tus manos
madera del aire que nutre
invierno de fruto esperado
siega postrera esencial
monte de Venus
corona del tiempo
rocío de lágrimas negras.
Eres orgullo de la tierra.
EL SELLO
Y ahora es tu gracia
tan exquisita como tu sonrisa
la que resbala por las teclas de mi alma
Como el oro que mana
de tus hebras trenzadas por el día.
Ahora estás conmigo
y vuelvo a ser luz
vida
aire
Un intento por fundirme
en tu fragmento diario
Como la sangre que sella
nuestras vidas en un abrazo
que no termina jamás.
Ahora el camino se hace libre
el día campea en tus brazos
todo se acerca al punto cero
nada permanece quieto
Es la palabra que te envuelve
haciéndote el amor una y mil veces
Es el sueño repara vidas
porque la vida eres tú:
amada mujer
mi dulce mujer
historia que construye la hogaza de pan
que nace del árbol
como fruta en la rama
como la marea en la mar
un encuentro entre los astros de la noche
un río sin mancha
un marrón que no se apaga
una brisa lavando la cordillera
la esperanza que está más viva que tus ojos
y el mañana que se arranca por tus manos
cobija de los cirios
la luz.
Porque es nuestro amor el que esculpe la escultura
el que talla en la tierra la mansión
aquélla que se ajusta como una caja de fósforos
o como los bloques de la gran pirámide
erigida para equilibrar el amor cósmico
así es posible reverberar el sentimiento
como el canto de la noche en tu corazón
o como nuestro latir
que llena el alma de paz
cuando enternecemos la fronda
y el ave fecunda su vuelo
es capaz de iluminar el Quinto Sol
otra mañana para soñar
nuestras vidas para compartir el pan
aquél que se reparte sobre la mesa
como viaje al interior de la morada
la dicha que promete el nuevo día
ir mas allá de sí mismo
como programa común de movimiento
la reciprocidad que se levanta como los montes
la delicadeza por tus manos de luna
que me llevan a proclamar desde mi ático:
quererte es mi compromiso
y amarte mi destino.
Entonces
en tus brazos me realizo
se completa el misterio de la luz
todo vuelve a despuntar
como la aurora en la mañana
es la felicidad inundando nuestras vidas
tu aire en libertad como la lluvia
que va donde quiere y fecunda tu alma
que cae cuando quiere y germina la tierra
como tus labios cuando fecundan los míos
y volamos en la nube del tiempo
a grupas de la esperanza
en la dirección de la palabra
audible como un torrente
que desgarra la penumbra
y asigna sentido al viento
dirige la vista como la brújula
se orienta como el imán
y el río vuelve al mar que lo creo.
(...) Su libro “Antología del Corazón”, dividido en cuatro partes y correspondiente a cuatro fechas de elaboración distintas, El Bosque Encantado, Bahía de la Luna, Carta de un Idealista y Alma de Mujer son diversas señales de ruta, como diría mi admirado poeta y amigo Juan Luis Martínez, que parten de diferentes estrategias sensoriales pero corresponden a un solo espacio de la mente y el corazón: su propio cuerpo como centro de irradiaciones que abarcan su ser chileno, habitante de Valparaíso, en una sociedad y en un tiempo determinados.
Siempre hemos pensado que por alguna razón que no obedece a la conciencia del poeta o del narrador, en los primero párrafos o en el primer poema se condensa algo así como la poética, la filosofía, la concepción ética y estética del autor, tal vez el material creativo se organiza en todo artista, en cualquier arte e igualmente en la ciencia, de acuerdo a leyes inmanentes, una especie de metafísica de la estructura, de la composición que busca un orden, un equilibrio, al margen de la voluntad de su creador.
(...) Carlos Johnson se define como un poeta sin alternativa, condenado al grillo permanente de la poesía, a sobrellevar el peso de las palabras que lo alivian, salvan y a la vez condenan a permanecer con los ojos abiertos día y noche: pues en esa mirada a oscuras o a plena luz se condensa el peso de la vida, de la sociedad, de la historia que él necesita testificar y embellecer:
“Yo no elegí ser poeta/ es cierto:/ la vida me lo impuso/ la tierra me lo gritó/ y el viento lo susurraba”.
Pero el guiño a Neruda que ya señalamos no es la única muestra de que Carlos Johnson se asume en la gran tradición literaria de nuestro país, sino en la forma en los temas como vemos en el poema “Canto a la Marisquería”, donde recoge el dionisiaco, erótico y palpitante legado culinario del océano chileno del Pablo de Rokha de Epopeya de las comidas y las bebidas de Chile:
“Isabel/ que me desconchas el alma/ Y en una paila/ loco por tu amor/ bebo el vino/ de tu cáliz./ De púrpura/ visten tus gredas/ que al puerto aroman/ Y mi Valparaíso mustio/ ríe entre machas/ y chupes marineros”.
Este poeta ha sido capaz de extraer los jugos de la ciudad y con ello su alma y su espíritu, es decir, su cultura: y ya estamos dentro de una poesía que se niega al puro juego, al abalorio verbal. Su destino como poeta lo obliga sin querer a una toma de posición frente al país y a la historia: lo que trasciende de su poesía y la hace beligerante y a la vez permanente.
En la última parte Alma de Mujer une la poesía de la ciudad, Valparaíso, con la vivencia erótica: mujer y ciudad, calles y plazas, y así se nos va este poeta que queda irremediablemente preso en su propia salsa: el verbo de sus páginas con todo lo bueno, noble y permanente de la vida atrapado en sus versos: testimonio y universalidad como toda gran poesía, toda importante obra de arte.
Jaime Valdivieso
A la primavera del evo
que se aproxima
con pasos de invierno
EL ROSARIO
Te amo como el aire que pasa por tu boca
me amas como la noche a su negrura
una y mil veces
Como las cuentas de un rosario
que no terminan jamás:
la luz refulgiendo en la cara
el alma atrapada en el péndulo
las manos dibujando la arena que estalla
como el agua que se escurre por tu piel
tan suave como tu risa.
Y ahí estamos de nuevo
abrazados
reviviendo cada vez que morimos
Como las cuentas de un rosario
que no terminan jamás.
ALMA DE MUJER
Tu frente
mujer
tu frente
altiva como araucaria
intrépida como la luna
a golpes de sol forjada
como tierra y sudor de espinas
o talla del cincel que esculpe:
semillas de paz
germen de amor
primicia madura.
Y tus manos de amor
mujer
tus manos
madera del aire que nutre
invierno de fruto esperado
siega postrera esencial
monte de Venus
corona del tiempo
rocío de lágrimas negras.
Eres orgullo de la tierra.
EL SELLO
Y ahora es tu gracia
tan exquisita como tu sonrisa
la que resbala por las teclas de mi alma
Como el oro que mana
de tus hebras trenzadas por el día.
Ahora estás conmigo
y vuelvo a ser luz
vida
aire
Un intento por fundirme
en tu fragmento diario
Como la sangre que sella
nuestras vidas en un abrazo
que no termina jamás.
Ahora el camino se hace libre
el día campea en tus brazos
todo se acerca al punto cero
nada permanece quieto
Es la palabra que te envuelve
haciéndote el amor una y mil veces
Es el sueño repara vidas
porque la vida eres tú:
amada mujer
mi dulce mujer
historia que construye la hogaza de pan
que nace del árbol
como fruta en la rama
como la marea en la mar
un encuentro entre los astros de la noche
un río sin mancha
un marrón que no se apaga
una brisa lavando la cordillera
la esperanza que está más viva que tus ojos
y el mañana que se arranca por tus manos
cobija de los cirios
la luz.
Porque es nuestro amor el que esculpe la escultura
el que talla en la tierra la mansión
aquélla que se ajusta como una caja de fósforos
o como los bloques de la gran pirámide
erigida para equilibrar el amor cósmico
así es posible reverberar el sentimiento
como el canto de la noche en tu corazón
o como nuestro latir
que llena el alma de paz
cuando enternecemos la fronda
y el ave fecunda su vuelo
es capaz de iluminar el Quinto Sol
otra mañana para soñar
nuestras vidas para compartir el pan
aquél que se reparte sobre la mesa
como viaje al interior de la morada
la dicha que promete el nuevo día
ir mas allá de sí mismo
como programa común de movimiento
la reciprocidad que se levanta como los montes
la delicadeza por tus manos de luna
que me llevan a proclamar desde mi ático:
quererte es mi compromiso
y amarte mi destino.
Entonces
en tus brazos me realizo
se completa el misterio de la luz
todo vuelve a despuntar
como la aurora en la mañana
es la felicidad inundando nuestras vidas
tu aire en libertad como la lluvia
que va donde quiere y fecunda tu alma
que cae cuando quiere y germina la tierra
como tus labios cuando fecundan los míos
y volamos en la nube del tiempo
a grupas de la esperanza
en la dirección de la palabra
audible como un torrente
que desgarra la penumbra
y asigna sentido al viento
dirige la vista como la brújula
se orienta como el imán
y el río vuelve al mar que lo creo.
Y en esa libertad alzo el vuelo
como Ícaro me acerco al sol por tu calor
lo arriesgo todo por tus brazos
por tu cariño me la juego
apuesto a tus caricias
por la noche que guarda el día
por el nuevo día que se levanta
por la tierra que me cobija
en la primavera de los tiempos
camino por tu amor.
TIERRA MORISCA
¿Podéis creer que un día
el ensueño es alcanzable
Lejos de hongos sediciosos
que contaminen el alma?
¿Podéis creer por el cielo
que la paz no es utopía?
Somos tantos los que la buscamos
en el territorio de todos
Como busco bajo tu piel morena
la alegría de mis días y tus noches
Como hallo en tu melena de negrura
toda la luz del mundo que refulgen
tus moriscas lucecitas
Dos lentejuelas capturadas al muslim
Traídas desde tierras de Aragón
bajo la negra bandera pirata.
Entonces yo he asaltado tu galera
y ahora eres mi pirata
y en el fondo de tu alma he atrapado
tus tesoros que fulguran en la noche
como un tizón de oro en la fogata.
Prendido entre tus besos y caricias
he gustado el sabor de la esperanza:
negra linda
noche de estrellas
noche sin luna
profunda
misteriosa
encendida entre árabes y torbellinos
como el más profundo arcano
descifrado por mi deseo.
Dos remolinos de agua
se desatan en tu órbita
Dos lunas de fuego
que alumbran mi soledad
Dos negras rosas
dispuestas para la batalla
Dos soles de amor
eclipsados en la noche oscura.
Y ahora
todo el cielo yace frente a tus pies:
negra linda
noche de estrellas
noche sin luna.
LA ILUSIÓN
Y la ilusión:
ese sueño por estar juntos
saber que existes
la voluntad de poder hacer
querer lo que viene
es lo que espero
tu voz como algo que aparece.
LA MIRADA
te deseo
mi piel te desea
mi alma te busca
para poder amar cada rincón
de tu piel de corazón a corazón
mirándote como pedías
mírame mírame
mírame cómo me tienes
tus uñas clavando mi cruz
tu enojo por ser contigo
el afán de repetir la necedad
el abandono de tu destino
mírame mírame
mírame cómo me tienes
me vistes tantas veces
aquí estoy junto a ti
buscando tu mirada blanca
para amarte en el copal del cielo
y en el mar de tus caricias
que prenden la nueva edad
LA CASA
una casa de amor en la playa
con cinco piezas de mar
y en cada pieza una escala
para subir al sol
y mirarnos en el agua
desnudas nuestras almas
abiertas nuestras mentes
en nuestra casa de la playa
con cinco piezas de sol
y en cada pieza una escala
para subir al mar
y mirarte en el espejo
desnuda frente a mí
desnudos frente a Dios
como Ícaro me acerco al sol por tu calor
lo arriesgo todo por tus brazos
por tu cariño me la juego
apuesto a tus caricias
por la noche que guarda el día
por el nuevo día que se levanta
por la tierra que me cobija
en la primavera de los tiempos
camino por tu amor.
TIERRA MORISCA
¿Podéis creer que un día
el ensueño es alcanzable
Lejos de hongos sediciosos
que contaminen el alma?
¿Podéis creer por el cielo
que la paz no es utopía?
Somos tantos los que la buscamos
en el territorio de todos
Como busco bajo tu piel morena
la alegría de mis días y tus noches
Como hallo en tu melena de negrura
toda la luz del mundo que refulgen
tus moriscas lucecitas
Dos lentejuelas capturadas al muslim
Traídas desde tierras de Aragón
bajo la negra bandera pirata.
Entonces yo he asaltado tu galera
y ahora eres mi pirata
y en el fondo de tu alma he atrapado
tus tesoros que fulguran en la noche
como un tizón de oro en la fogata.
Prendido entre tus besos y caricias
he gustado el sabor de la esperanza:
negra linda
noche de estrellas
noche sin luna
profunda
misteriosa
encendida entre árabes y torbellinos
como el más profundo arcano
descifrado por mi deseo.
Dos remolinos de agua
se desatan en tu órbita
Dos lunas de fuego
que alumbran mi soledad
Dos negras rosas
dispuestas para la batalla
Dos soles de amor
eclipsados en la noche oscura.
Y ahora
todo el cielo yace frente a tus pies:
negra linda
noche de estrellas
noche sin luna.
LA ILUSIÓN
Y la ilusión:
ese sueño por estar juntos
saber que existes
la voluntad de poder hacer
querer lo que viene
es lo que espero
tu voz como algo que aparece.
LA MIRADA
te deseo
mi piel te desea
mi alma te busca
para poder amar cada rincón
de tu piel de corazón a corazón
mirándote como pedías
mírame mírame
mírame cómo me tienes
tus uñas clavando mi cruz
tu enojo por ser contigo
el afán de repetir la necedad
el abandono de tu destino
mírame mírame
mírame cómo me tienes
me vistes tantas veces
aquí estoy junto a ti
buscando tu mirada blanca
para amarte en el copal del cielo
y en el mar de tus caricias
que prenden la nueva edad
LA CASA
una casa de amor en la playa
con cinco piezas de mar
y en cada pieza una escala
para subir al sol
y mirarnos en el agua
desnudas nuestras almas
abiertas nuestras mentes
en nuestra casa de la playa
con cinco piezas de sol
y en cada pieza una escala
para subir al mar
y mirarte en el espejo
desnuda frente a mí
desnudos frente a Dios